Me alegro que tanto a hombres como a mujeres (para regalar, pero también para usar) les haya agradado este jabón.
Los que lo están probando me comentan lo bien que les va y lo recomiendas a sus amistades. Me cuentan que el jabón facilita un buen afeitado y deja la piel calmada e hidratada. Ellas también me dicen que este jabón les deja la piel más suave y menos irritada después de la depilación con cuchilla.
Así que para que nadie se quede sin él, me puse de nuevo manos en la masa. Y en esta ocasión he querido mostraros el proceso de fabricación que, por otra parte, es bastante laborioso.
Lo que os muestro a continuación en fotos es un proceso de más de 3 horas, entre una cosa y otra. Este jabón se elabora con un procedimiento en caliente, a diferencia del resto de jabones que realizo (excepto los de glicerina) para los que aplico lo que se denomina el proceso de saponificación en frío (más información sobre la saponificación aquí). Tengo que decir que esta receta es una adaptación propia de la del gran jabonero Mendru, y que tuve la suerte de aprender en un curso de otra gran jabonera, Ramy.
Aquí ya tenemos los aceites y el hidróxido de sodio mezclados y trazados, y comenzamos a "cocer" el jabón.
Digamos que estoy haciendo un "cocidito".
No realicé fotos previas porque no me acordé. Embutida en guantes y gafas protectoras, y sin el fotógrafo en casa que me echara una mano para esto, pues como que no me puse a ello.
En este momento, ya me vi un poco más libre para poder quitarme los guantes en cada ocasión y poder ir haciendo las fotos.
Quiero recordar aquí la importancia de las medidas de seguridad en el proceso de elaboración de jabón tanto en frío como en caliente.
Siguiente paso: medimos la temperatura.
El jabón debe cocer a fuego lento a unos 80º de temperatura estable aproximadamente, durante unas dos horas para que complete el proceso de saponificación.
Durante ese tiempo debemos removerlo y vigirlarlo continuamente y evitar que hierva.
Después de un buen rato, podemos ver como el jabón comienza a espesar.
Seguimos removiendo sin prisa, pero sin pausa. Mi brazo ya empieza a parecerse al de Nadal (je, je, je, je).
Esto parece que ya está. Llevamos casi las dos horas de cocción, y como veis el jabón ya está hecho una crema.
Ahora es el momento de comprobar el pH y ver si el jabón ya está curado.
Y bien, esto ya está correcto. El jabón debe tener un pH aproximado de 8, como podemos comprobar.
Damos por concluida la cocción y retiramos el jabón del fuego.
Ahora ya podemos añadir los aceites del sobreengrasado, concretamente incluimos: aceite de rosa mosqueta y aceite de jojoba.
Estos son los aceites que van a enriquecer el jabón, y que van a actuar directamente sobre la piel.
Integramos bien los aceites en la masa del jabón.
Y, por último, agregamos los aceites esenciales: árbol de té, lavanda y romero. Estos aportarán aroma al jabón, pero también sus propiedades: antiséptico, desinfectante, calmante, bactericida, fungicida, anti-inflamatorio...
El jabón está listo, así que a enmoldar.
Esto siempre me recuerda un verano de jovencita que trabajé en una heladería. Es como rellenar las tarrinas de helado. Ahora me han entrado ganas de comerme un heladito de nata (je, je, je).
Los tarros de jabón de afeitar están terminados.
Los dejaremos reposar unos días, los etiquetaremos y listos para vender.
Bueno, espero que os haya gustado poder ver el proceso de elaboración de este jabón. La idea es que podáis observar lo artesanal del proceso.
Caroli Jabones.
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